Luca Montanarella, profesor de Arquitectura UDP, participó junto a su oficina Whale! en la Bienal de Pamplona 2025
18 / 11 / 2025
El profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Diego Portales, Luca Montanarella, participó junto a su oficina Whale! en la Bienal de Arquitectura Latinoamericana de Pamplona 2025 (BAL), instancia que reunió en España a algunos de los estudios más relevantes de la arquitectura emergente del continente.
La participación de Whale! se enmarcó en la selección oficial de Bienalistas 2025, donde el estudio representó a Chile junto a Urzua Soler. En esta edición también fueron convocadas oficinas de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, Paraguay y Uruguay, consolidando un espacio amplio de intercambio profesional y creativo.
La BAL, realizada cada dos años, fortaleció los vínculos entre arquitectos latinoamericanos y españoles, promoviendo un espacio de diálogo y difusión que busca posicionarse como un contrapunto al ámbito anglosajón. El encuentro se centró en destacar el valor de la arquitectura latinoamericana emergente como herramienta para construir sociedades más justas, abiertas, democráticas y sostenibles.
Whale!, oficina fundada en Santiago en 2012 por Branko Pavlovic y Luca Montanarella, llegó a Pamplona tras más de una década de trayectoria enfocada en la relación entre territorio, paisaje y modos de habitar. Su obra ha sido expuesta en la Bienal de Santiago (2013) y en la Bienal de Buenos Aires (2019, 2022 y 2024), además de recibir importantes reconocimientos internacionales. Entre ellos destacan el segundo lugar del concurso internacional Shinkenchiku 2023 en Tokio y el Premio Bienal de Buenos Aires 2024 en la categoría Viviendas Unifamiliares.
En su presentación, el estudio subrayó cómo su trabajo se ha articulado en torno a una observación profunda del hábitat, la transformación del territorio y las experiencias sensoriales del paisaje. Whale! explicó que cada proyecto se concibe como una exploración continua de estos principios, orientada a generar vínculos significativos entre las personas y su entorno, reforzando la capacidad de la arquitectura para movilizar emociones y construir comunidad.
